Perdida de fe en sus ojos

Su delicadeza se marchó con el tiempo  y su inocencia escapo del cuerpo de una mujer que seguía siendo en su interior una niña. Silenciosa miraba desde su ventana, como el viento batía las débiles hojas de los árboles. Así es como se sentía ella, como una hoja a la que el viento arrastraba de un lugar a otro, una hoja que no sabia donde caerse muerta. Su pelo era como los primeros rayos del sol, sus labios blancos y carnosos, sus ojos estaban perdidos vagando por cualquier lugar, pero aun seguían teniendo ese bello color esmeralda. Se veía en el espejo y no se reconocía, se había vuelto a vender, estaba harta de estar sola, daba su cuerpo a personas que se aprovechaban de ella. Sabía perfectamente el error que estaba cometiendo pero ya todo la daba igual, su corazón había decidido amar a una persona que no quería saber nada de ella, ella lo odiaba, pero en el fondo lo amaba. Siempre había tenido todo lo que había querido, pero no esta vez. Escucho unos pasos subiendo las escaleras y de repente sus ojos se apagaron y su cara reflejó la angustia y la melancolía, miró la hora y se preparó para el próximo cliente.

                                                          Sandra